Blogia

Follando con mis alumnos

El chico que me penetraba me hizo venirme nuevamente mientras al que se la chupaba se le paraba de nuevo, sentí su pene crecer en mi boca y seguí chupándoselo, dándole lamidas que excitaron todavía más a los otros chicos. Al que me había sostenido las manos le empecé a bajar la bragueta con la mano libre, saqué su pene y empecé a masturbarlo; me turné para chupárselos a los dos chicos, sin dejar de masturbar al otro; a los dos los hice terminar en mi boca y me tragué gustosa su semen.

Ellos se alejaron y otros dos chicos se colocaron en posición para que les hiciera lo mismo, pero yo les dije que esperaran, pues tenía una idea; pedí al chico que me cogía que se saliera un momento y se sentara en la silla del profesor, me bajé del escritorio, me quité lo que me quedaba de ropa y me clavé en su pene, dándole la espalda, empecé a brincar en él y les dije a dos chicos que se me acercaran; tomé sus penes con ambas manos y los masturbé; los restregué en mis pechos, sintiendo su dureza; ellos gemían de placer. Los otros chicos estaban sentados en las bancas del alumnado viendo asombrados lo que hacíamos. Luego, empecé a besar los penes de los dos chicos y después a chupárselos, combinándolos igual que como había hecho con sus compañeros. Cuando ellos se vinieron, apunté sus penes hacia mis senos, ofreciéndoles un espectáculo visual que les encantó y mientras yo me embarraba el semen de los dos chicos en el cuerpo, el chico que me penetraba se vino dentro de mí.

Me levanté y vi que todos los chicos tenían sus penes flácidos; mientras me vestía les comenté que no habían durado nada, que me decepcionaban y que cuando estuvieran listos para una buena tarde de sexo me avisaran; “es más”, les dije, “si se creen tan buenos los espero el sábado a las 5:00 en mi casa”; ellos atónitos no creían lo que oían, pero aceptaron con gusto. “Y si no creen darme batería, lleven más amigos, verán como puedo con todos sin necesidad de violencia”.

Cuando terminé mi discurso, se abrió la puerta del salón; era el Director de la escuela; él era un hombre de unos 45 años, muy blanco; bien conservado y con unas canas en las sienes que lo hacían verse muy interesante. Yo aún estaba a medio vestir; quise taparme como pude, pero él se dio cuenta que algo ocurría allí, pues los chicos aún tenían los pantalones abajo y los penes afuera, por lo que el Director hizo tremendo coraje, lo noté porque se puso rojo de la ira, yo no atiné a decir nada, solo balbuceaba: “Eh,... yo, este, verá, los chicos... yo...”; los muchachos solo atinaron a subirse los pantalones sin decir nada y el Director viéndome con una mirada muy severa me dijo: “¡Señorita... la espero en mi oficina en diez minutos!, y ustedes: ¡fuera de aquí antes de que los expulse definitivamente!”.

0 comentarios