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La puta de mi novia

Nunca imaginamos con Marcela que tanto los relatos como la web iban a tener tanta repercusión. Estamos recibiendo a razón de 15 correos diarios, algunos felicitando a mi señora por su cola y muchos de ellos con propuestas tan excitantes que al leerlos Marcela no puede dejar de masturbarse. Perdón si no contestamos todos, pero no dejen de escribirnos que como ven la ponen a mi esposa a full.
Lo que les relataré hoy sucedió hace unos meses cuando con Marcela decidimos tomar unas vacaciones en Bariloche, que para los que no lo conocen les cuento que es un centro de ski maravilloso.
Como no tenía más que una semana de vacaciones, contratamos un paquete con avión y hotel incluido que ofrecían en una revista.
Recién cuando llegamos al hotel nos dimos cuenta por el barullo que había que nos hospedaríamos en el mismo lugar donde estaban alojados un montón de chicos de 17 años pertenecientes a un colegio de Mendoza que estaban de viaje de egresados.
Adiós a la tranquilidad pensé, pero como ya no había remedio, solicitamos la habitación y un botones nos acompañó a ella.
Estaba ubicada en la segunda planta y a medida que nos acercábamos a ella veíamos adolescentes por todos lados ya que casi todo el piso estaba ocupado por ellos.
Hable con la administración para que nos cambiaran la habitación pero como respuesta recibí lo que me esperaba: “señor lo siento pero el hotel está todo completo”
Estábamos exhaustos por el viaje así, que nos pegamos un baño y nos fuimos a descansar un rato. A la hora y media nos cambiamos y llamamos al ascensor para bajar al restaurante del hotel a cenar algo.
Cuando subimos al elevador este estaba ocupado por dos estudiantes que nos saludaron amablemente. Quedamos ubicados delante de ellos dándoles la espalda. De repente oigo que se sonreían, por lo que me di vuelta y vi que los dos estaban baboseándose con la cola de mi señora. No era para menos, Marcela llevaba puesto un pantalón beige de tela de algodón súper ajustado que dejaba ver la marca de la diminuta tanga que tenía. Yo creí que cuando vieran que yo me daba vuelta ellos cambiarían de actitud, pero no fue así, los maleducados siguieron mirándole el culo como si yo no estuviera.

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